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Testimonio “Dolor y Esperanza” PDF Imprimir E-Mail

Ayer mientras mi esposo y yo hacíamos fila para pagar en el supermercado, delante de nosotros estaba otro matrimonio cargando a sus gemelos varones, como de año y medio…

¡Es la edad que tendrían los míos! No pude dejar de sentir el dolor de verlos en los brazos de sus padres y no tener a mis gemelos en mis brazos, ese mismo dolor que me acompaña desde que inconciente y torpemente tomé la errada decisión que me dejaría marcada para siempre. Siento un enorme vacío; el vacío de mis brazos y mi corazón, la soledad de su ausencia, sus pisadas, sus vocecitas, sus gritos y su llanto.


Desde el principio, contrario a mis pronósticos, al salir de la clínica, me sentí muy triste, lloré largamente hasta quedar dormida por el resto del día, aún sin saber a qué me estaba enfrentando y lo que estaba por venir. Los primeros meses sentía que ya lo había superado. Inmersa en mis actividades, el trabajo y los preparativos para mi boda…pero pasado casi un año empecé a tener noches de mucha angustia, a despertarme muy deprimida, reprochándome mi conducta, sintiéndome el peor de los seres humanos.

Nunca me justifiqué pues era injustificable lo que hice. El dolor ya era insoportable, era mi eterno castigo y lo tenía merecido. ¡Más valía morir y unirme con aquellos seres que no tuve la valentía de tener, a continuar con esa pesadumbre y remordimiento!

No obstante he decidido en su honor, ser una mejor persona, digna, ser una fuente de amor, llevar una vida de calidad y compromiso para con los demás y mi entorno. Le he pedido perdón al Ser Supremo misericordioso, a mis bebés y a mí misma. He intentado descubrir el bien que aportó este sufrimiento: He encontrado brazos benditos, palabras llenas de sabiduría y esperanza.

Aún me queda por recorrer un largo camino, pero ya he empezado a dar los primeros pasos hacia la paz.

Estela

Instituto para la Rehabilitación de la Mujer y la Familia (IRMA)

 
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